BIEN COMÚN

En la entrada anterior hablamos de la dignidad de la persona humana y del respeto a su dignidad que merece por ser persona, por tener esa identidad única y la capacidad de autodeterminarse, por vivir en sociedad y por buscar su propia realización.

Para que una persona pueda realizarse deben existir las condiciones necesarias para propiciar esa realización y los medios mínimos para que cada persona lo consiga. ¡Esto es el bien común! Estas condiciones donde cada persona pueda buscar, por su libre decisión, su crecimiento, sus anhelos y su realización dentro de una sociedad.

Cito a Vittorio Vaccari: "La sociabilidad es verdadera cuando el principio del bien
común la inspira a tal grado de hacer eficaz, en el ámbito de todo el cuerpo social, la
comunicación del bienestar".

Debemos pensar en que cada decisión que tomamos tiene una consecuencia dentro de nuestra sociedad, y nuestras acciones construyen el ámbito de todo cuerpo social. Es decir, nuestras acciones son alimento del entorno en el que vivimos. El progreso de cada uno de los miembros de la sociedad y de la sociedad en sí podrá ser real cuando el ansia del bien común llegue a las acciones económicas, políticas y sociales de tal manera que evite desequilibrios en el uso de la libertad que cada persona tiene. "La libertad misma pierde su sentido si el espíritu
del bien común no la regula."

Quien, por el contrario, hace uso de su libertad en busca de sus propios intereses, de su ambiciones particulares o convicciones individualistas, estará pasando por encima de la dignidad de sus prójimos, frenando el progreso de la sociedad y contribuyendo al desmembramiento del tejido social.

Es responsabilidad de cada dirigente preocuparse primero que nadie por el bien común. No sólo los dirigentes de empresas, también los dirigentes políticos, sindicales, culturales, etc. Es su obligación velar por el bien común.

Debemos reflexionar sobre cuáles son las consecuencias de nuestras acciones y saber si éstas aportan al respeto de la dignidad de las personas o no. Pensemos en que la suma de acciones en pro del bien común traerá sin duda un resultado de progreso, crecimiento y fortalecimiento de la sociedad y de cada persona.